lunes, 10 de marzo de 2008

Los niños meones de Bruselas



No negaré que echo de menos a la gente de París. No discutiré que el hotel de Bruselas es una maravilla. Y la ciudad tambien debe ser bonita. Pero lo que no negaré es que hubiera preferido pasar el sabado en París, con la gente de allí.

Por otro lado, no hay mal que por bien no venga. He podido aprovechar para descansar, dando paseitos tranquilos, echandome siestas. Esas cosas que hacen falta despues de una semana sin tregua ni cuartel. También he podido aprovechar y hacer colada, que buena falta me iba haciendo. Y he podido descubrir un par de cositas de la ciudad.

Por todos es conocida la cerveza belga. Hasta ahí no hay nada que descubrir. Y lo que sucede cuando bebes mucha cerveza tampoco es desconocido. Todos sabemos que terminas necesitando un momento de unidad con la madre naturaleza. Bien, pues los belgas no solo lo saben, sino que además han dedicado un par de estatuas a ese acto en el que uno se deshace del exceso de cerveza. Porque aquí, amigos, la cerveza es más barata que el agua. Y llega casi a ser una religión. Cada cerveza va con su vaso y no le ponen un posavasos concreto no se yo porqué.

Lo malo de Bruselas, a parte de ser pequeñita es el tiempo. Ahora mismo llueve y se ha pasado todo el fin de semana haciendo un viento tremendo (si, me estoy abrigando :P). Cada dos por tres tenía que echar mano a la cabeza para que no se me volara el sombrero, mano al cuello para que no se escapara la bufanda. Vamos, un caos absoluto.

Tampoco es bueno que la oficina no tenga mucha vida joven en general. No creo que aquí me saquen de juerga. Independientemente que se que algo como lo de París este año va a ser imposible que se repita en mucho tiempo.

Lo otro de lo que me he podido dar cuenta en los paseitos es que los españoles somos una plaga. No hago más que cruzarme con españoles y más españoles por aquí. Continuamente. Por suerte, tengo un aire a guiri que resulta suficientemente engañoso y me permite pasar por no español. Al menos aquí, que estoy solo: en París era imposible. Y por cierto, si en el extranjero os entra morriña y quereis hablar con un grupo de españoles, es facil encontrarlos: buscad a los que hablan a gritos y prestad atención, que ya vereis como entendeis el idioma.

2 comentarios:

la reina del hielo dijo...

qué envidia me das, envidia sana, envidia sana. qué ganas de verte! este sábado sin falta

John Black dijo...

No te creas, lleva unos dias de mal tiempo asqueroso, y no he podido conocer mucho la ciudad.

Pero bueno, ya que no puedo hacer turismo normal, estoy dedicandome a hacer turismo cervecero.